martes, 8 de mayo de 2012

Griten


La marca suiza de relojes Swatch lanza al mercado again instrumentos con la maquinaria al descubierto. El alma de los relojes está hecha con la sustancia del miedo al tempus fugit, esa sensación que comienza a aplastarnos a partir de los 40, cuando nada tiene remedio a no ser que nos lobotomicemos o colguemos una cuerda de una viga y juguemos a pendular (strange fruit) sobre este mundo correoso. Mal momento para mostrar las almas achicadas por la coyuntura global. Pienso en esas 342.000 que desistieron en USA de buscar empleo por puro desánimo. Ya se sabe que los Estados Unidos tienen una mano rápida a la hora de apretar el gatillo y de hacer estadísticas. No sé cómo andaremos por aquí, aunque basta cruzar un par de palabras con alguien para cerciorarnos de que tampoco estamos en una feria. Los 91 millones de euros que se han pagado por El grito de Munch (“una bombilla con las manos puestas en la carita”, my mother dixit), me lleva a la siguiente reflexión: ¿qué podemos hacer los que podríamos mostrar el alma a la manera de los relojes Swatch y gritar con más realismo que la caricatura del cuadro? Me hacen gracia esas campañas que surgen desde la Red como la de "No vull pagar" contra el cobro de las autopistas catalanas. Desde aquí pongo en marcha una donde el personal se fotografíe o grabe en un puente, con las manos en la cara, gritando todo lo que le den de sí su corazón y sus cuerdas vocales. Seguramente 91 millones de gritos también se puedan vender en España. Pero nada de expresionismo pictórico. Puritita verdad.  

1 comentario:

  1. El silencio es el grito más alto y quien no lo oye es el más sordo.
    Lechuza

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