miércoles, 29 de febrero de 2012

El Antonio López de las tostadas


Posición, captación y plasmación. Soy el Antonio López de las tostadas. Por la mañana, cuando hinco el diente en el crujiente pan con que acompaño mi despertar, observo las fachadas de los edificios que cierran el horizonte de la ventana de la cocina. El sol inicia su presencia en la Tierra jugando con los colores de estas superficies: un naranja incipiente que luego comienza a dorarse y finalmente enrojece hasta dejar la promesa de un espectáculo glorioso del que la obligación de comparecer en la Granja a currar me privará. No saben los habitantes de estos edificios que mientras ellos se acicalan para marchar hacia sus otras granjas de trabajo una paleta de luz prodigiosa adecenta la perlita de sus muros. Buena mañana.

martes, 28 de febrero de 2012

Iruña, mon amour



Pamplona (ciudad levítica según Sánchez Ostiz) tiene un ritmo tranquilo, sosegado. Las gentes del lugar aparecen como actores secundarios que van al estudio a grabar escenas de relleno. Chapelas nostálgicas y juventud batasuna ataviadas a la moda decathlonera paseando perros lanudos por la mañana helada. Poco queda de San Fermines y del tiempo de Hemingway. El Hotel La Perla es un buque amarrado a la espera de que llegue el pasaje festivo de julio. La luz solar está asordinada por las nubes. Es difícil esquivar las esquinas del frío. Me adentro en una especie de tahona parisina en tiempos de bombardeos. El Obrador Beatriz es un lugar mítico donde expenden a los connaisseurs locales unas magdalenas de chocolate y nueces que quitan el sentido. Media docena bastará. No son para mí sólo. Mis amigos Paula y Carlos me acompañarán en el desayuno de este sábado pamplonés cuando vuelva a su hogar. Observo que la población gitana de la ciudad se ha adaptado bien al decorado de la urbe. Carlos me cuenta que son unos monstruos jugando a la pelota mano. Creo que este detalle se les ha escapado a los que defienden la integración del pueblo gitano en la sociedad civil, además de mostrar la capacidad de alejarse de actividades ligadas culturalmente a su pueblo. Daría mi alma por que algún que otro flamenco de mi City se hubiera dedicado con tesón y entrega a la pelota vasca. En fin, qué le vamos a hacer. Me basta con saber que en los frontones de Miami algún que otro calé celebrará pronto sus tantos con unas bulerías navarras. Salud y a las magdalenas. 

domingo, 26 de febrero de 2012

Turismo turronero.

Es duro constatar ciertas cosas en la vida: sin salir de tu propia ciudad ya eres un jodido turista. Me acodo en la barra de La Barrila, un lugar de corte y confección  del diseño post-capitalista para hacer tiempo en  la estación de trenes de la City. Desde allí pretendo tomar un bus (2.40 €) hasta el airport. Una señora me pone una caña y una (supuesta) tapa de ensaladilla con un tenedor a modo de patacabra del plato. No hay más atrezzo. Le pido algo que rescate de la fría soledad al plato de ensaladilla. "Los picos te los cobro aparte". Avanti signora. La mujer es una especie de Karina adobada por el mediomileurismo y las croquetas nocturnas. Se va. Llega un hombre con gafas, práctico, nervudo. Le digo que me cobre: 2 € (caña) + 1.50 € (picos) + 4.60 € (ensaladilla) = 8.10 €. Le digo que no me he tomado una ración, sino una vil tapa. "Aquí la tapa no existe", me corrige con ímpetu ensayado. "La tapa no existe", qué manera de travestir la realidad con palabras. 

Llego al aeropuerto. Poca afluencia de público. Una pareja de franceses cincuentones deglute a cara de can una tableta de turrón de Alicante comprada en la tienda libre de impuestos con una expresión que pone al descubierto sus deficientes ortodoncias. Toman un trozo, se lo colocan entre los dientes cual flauta travesera, cierran los ojos e imagino que verán unas cuantas galaxias alejadas hasta lograr romper el turrón. Estos productos de dureza extrema deberían advertir en sus envases que los pobres de más de 50 años no pueden consumirlos, sean de la nacionalidad que sean. Vuelo al Norte rico; Navarra me espera. Habrá alguna fritanga regada en vino. Buen puente.

jueves, 23 de febrero de 2012

Cuestión de perspectiva

Desayuno, como y ceno en mi nueva cocina. Me hago a los sonidos asordinados de la autovía mezclados con el rumor eléctrico del alma de mi nevera. Todo es extraño y hermoso a la vez. He descubierto que las diferentes perspectivas que observo desde las ventanas de mi hogar son una declaración cifrada del universo. Ya conté que desde ellas se ve el neón gigantesco de "Toys R´us" a lo lejos. Esto es lo que ofrece el horizonte desde el salón; pero desde la cocina sólo acierto a leer "Toys" y desde mi habitación "Toy", como si de una reducción que me encamina hacia mi propia circunstancia se tratara. "Los juguetes somos nosotros, juguetes, juguete". Y de nuevo el sentimiento de que nuestra vida es una novela escrita por un idiota lleno de ruido y de furia (Shakespeare dixit Faulkner). Comienzo a pensar que es hora de quitarle la pluma al imbécil que rellena los folios con mis días. Bendito el futuro, my friends.

martes, 14 de febrero de 2012

Rojo hemorroide

No hay bálsamo posible para las heridas de la vida moderna. La pomada hemorroidal Ruscus Llorens hace milagros en las inmediaciones del ano, pero la industria farmacéutica no ofrece aún un remedio de uso tópico para las cosas del corazón. Día de San Valentín frío y hemorroidal. Sin más que llevarme al espíritu, he estado observando detenidamente los estragos del tiempo en mi carita ("Yo maldigo el río del tiempo" que decía Mao) , que dentro de unos cuantos días cumplirá 39 añitos de mediano éxito. Me he dejado la barba cana por pura coquetería madura. Cuando el pelo clarea por arriba, ha de florear por abajo. Esto del champú con Biotina (producto con el que se enriquecen las crines caballares) lo único que provoca en mí es el crecimiento de las uñas de las manos con un tanto de impertinencia. Las más allegadas dicen que estoy bello, que no hay nada como un golpe de mar para redecorar los acantilados. Observo que he perdido un lunar que antes estaba sobre la comisura de los labios. No hay de qué preocuparse: el invierno es mala temporada para este tipo de búsquedas. Pronto llegará la primavera again.

miércoles, 8 de febrero de 2012

La melancolía de Noé

Desde el balcón de mi casa nueva se ve a lo lejos un letrero de Toys R Us. Brilla a lo lejos en la noche. La noche en la que el mundo blinda su intimidad y las condiciones se truecan en extraño juego: los juguetes dejan de serlo y somos nosotros, pobres animales que leen el periódico, fornican sin fines procreadores y se aburren, los que adoptamos la textura del plástico chino. La vida extrarradial tiene estas cosas. Habitaré dentro de poco en el penúltimo anillo del Infierno. Pádel y la promesa de una piscina cuando escampe en los meses en los que las sombras diurnas se extienden hasta más allá de las Horas Completas. Me he prometido a mí mismo que veré crecer mis plantas y mis sueños. Escribiré y anotaré los endiablados regates de mi corazón. Ahora me mudo. Hacer cajas con lo esencial es un ejercicio que nos emparenta con Noé: salvar especies para que no se extingan. Seguro que el hombre, además del salvamento del reino animal, hubo de ocuparse de seleccionar los enseres que lo rescatarían del naufragio después del Diluvio. No se acostumbra a hablar de la melancolía de Noé, un hombre que no volvió a ver el paisaje de su infancia, ni de su juventud enamorada. Mark Twain dio al mundo de la ficción Los diarios de Adán y Eva, una suerte de anotaciones ingeniosas sobre la vida de nuestros padres bíblicos. Pero, ¿y Noé? Ahora me agarro a su figura como un emblema inesperado que explicara el trasvase de mercancía en tiempos de inundaciones. ¿Cuántas especies perdería por el camino? , ¿qué rincones amados no volvería a ver tras las crecidas? Somos juguetes en manos del Tiempo. Hoy empieza todo.