He recorrido con el Google Street View
toda la ciudad
con la inconsistente ilusión de
encontrarte a golpe de ratón,
difuminada, intervenida por los
perdularios operarios del Silicom Valley,
esos que no saben ni de ti ni de mí,
que nunca entenderán que
las ciudades rastreadas y fotografiadas
con tanto celo
olvidan que el sfumato
enloquece, extenúa y deja sin
aliento
a los
hombres-lobo que pagan religiosamente
el ADSL todos los meses.
Empiezo otra vez.