viernes, 8 de febrero de 2013

Basura



La semana se esfumó. El sol calentó las sombras invernales de los árboles en las plazas y los montones de basura almacenados en las aceras de la City. El viento gélido paseó por las calles en baile demencial plásticos y papelajos huérfanos. La basura es un producto social, como el arte, los gastrobares y la pobreza. Cuando un producto social plantea dudas o desequilibrios, se esconde o se elimina. La basura pasa por esas dos opciones: la escondemos en nuestras casas, luego la escondemos en los contenedores y más tarde se elimina, a pesar de que todo el mundo sabe que este último juego de convertir la materia en nada es un proceso digno de un mago o de un mafioso. Sin embargo, nadie se para contemplarla, nadie la observa si no es muy flagrante su presencia.

Esta semana los citynos pudimos convivir con ella, olerla, cuantificarla, recibir la bofetada de la consciencia de que somos lo que producimos. ¿Recicla el personal? , ¿en sus casas se separa el desecho orgánico de los envases? Atendí a ese simple detalle y constaté que no. Hablamos de corrupción a gran escala (política), aunque pocas veces nos mentamos como microcorruptos cuando no apagamos la luz o no tiramos de la cisterna en los baños públicos (en mi trabajo hay un tipo que nos regala con un orín color verde fairy todas las mañanas). La huelga de los servicios de limpieza nos ha dado la posibilidad de la reflexión y de las metáforas. Emerge la realidad en forma de detritus. Olemos mal desde hace tiempo, pero sólo cuando la excrecencia sale a la superficie reparamos en ella. Ahora les toca a ustedes, tal como está el patio, sacar conclusiones, mis queridos fritangas. Buen fin de semana.

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