La semana se esfumó. El
sol calentó las sombras invernales de los árboles en las plazas y
los montones de basura almacenados en las aceras de la City. El
viento gélido paseó por las calles en baile demencial plásticos y
papelajos huérfanos. La basura es un producto social, como el arte,
los gastrobares y la pobreza. Cuando un producto social
plantea dudas o desequilibrios, se esconde o se elimina. La basura
pasa por esas dos opciones: la escondemos en nuestras casas, luego la
escondemos en los contenedores y más tarde se elimina, a pesar de
que todo el mundo sabe que este último juego de convertir la materia
en nada es un proceso digno de un mago o de un mafioso. Sin embargo,
nadie se para contemplarla, nadie la observa si no es muy flagrante
su presencia.
Esta semana los citynos
pudimos convivir con ella, olerla, cuantificarla, recibir la bofetada
de la consciencia de que somos lo que producimos. ¿Recicla el
personal? , ¿en sus casas se separa el desecho orgánico de los
envases? Atendí a ese simple detalle y constaté que no. Hablamos de
corrupción a gran escala (política), aunque pocas veces nos
mentamos como microcorruptos cuando no apagamos la luz o no tiramos
de la cisterna en los baños públicos (en mi trabajo hay un tipo que
nos regala con un orín color verde fairy todas las mañanas). La
huelga de los servicios de limpieza nos ha dado la posibilidad de la
reflexión y de las metáforas. Emerge la realidad en forma de
detritus. Olemos mal desde hace tiempo, pero sólo cuando la
excrecencia sale a la superficie reparamos en ella. Ahora les toca a
ustedes, tal como está el patio, sacar conclusiones, mis queridos
fritangas. Buen fin de semana.
Me gusta..
ResponderEliminar