jueves, 30 de enero de 2014

Y ya nada será posible.


Mientras trasquilo la memoria
siento que se apagó el viento que lamía la tarde.
Deslucidos,
habitan duros emplastos
en lo que en otro tiempo fueron brotes feraces y resueltos.

De nada vale sumergir relojes para olvidar aquel tiempo;
suben a la superficie llenos de doliente recuerdo,
cabeceando procaces entre las nubes de ahora.
Donde hubo faros, ahora rocas invisibles en la noche;
donde hubo desnudez, ahora piel llena de eccemas.

De nada vale desterrar como un trilero
la obligación de ser feliz cuando es lo más fácil,
pues pronto ese viento apagado
removerá las hojas,
descubrirá senderos,

y ya nada será posible.

1 comentario:

  1. A veces desearía ser capaz de olvidar aquel dolor igual que olvido qué comí ayer. Pero no quiero, porque entonces "ya nada será posible".

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