Fin de semana musical. El
viernes me fui con Libertad a los confines de la City en busca de una
nave reconvertida en una sala de conciertos. Antes de meternos a ver
a Nada Surf, grupo neoyorquino de power pop,
nos buscamos la cena en los garitos aledaños dispensadores de
comida. En un agujero con olor a fritanga estaban deglutiendo
croquetas y carrillada los componentes de la banda y también algún
que otro gruppy que se
barajaba con derrengados y ojerosos parroquianos. Como la mitomanía
es un rasgo de cerebros poco reflexivos, no nos tiramos a la mesa de
los músicos para sacarles un garabato autógrafo, pero sí nos dimos
a la tarea de mirar de reojo sus evoluciones como comensales.
Inferimos unas cuantas cosas: que los americanos tienen un estómago
a prueba de bombas (las patatas del revuelto eran tan demócratas o
tan negras como Obama); que los auténticos líderes de bandas en
condiciones racionan el Rioja por mor de que el personal no vaya
mamado hasta el escenario; y que en algunos bares de la geografía
local nos están envenenando con fritanga de la peor calidad.
El
concierto estuvo bien. Pudimos observar que la gente se mama y
confunde el power pop
con el ska y se
entregan con devoción al barullo pega-leña. Obviando una escaramuza
violenta protagonizada por un calvo y un enano, el espectáculo
mereció la pena en todos los sentidos: buenas voces, fantásticas
guitarras y un batería con la pulsión de un metrónomo.
El
sábado el bueno del amigo Alfonso hacía la presentación en
sociedad de su musical proyect
en los altos de un edificio regionalista (el modernismo local) de la
Plaza del pan. Azotea con vistas a la cúpula de El Salvador y a
otras muchas azoteas que fueron la envidia de los que allí
comparecimos (mucha tumbona y mucha piscina bajo tímidas palmeras).
Nulo tocó sus temas
acompañándose de la proyección talentosa y a veces desasosegante
del maestro Guillermo, que hizo de particular dj.
cinematográfico para una música
hipnótica que se movió entre lo electrónico, lo acústico y lo
neo-gótico. Lo bueno de ir invitado a estos eventos en los que se
dan cita amigos de unos y otros músicos es que los especímenes
humanos son excitantemente variados. Conocí al rapero Tote
King, que cuando me comentó que
no tenía coche y le dije (y puedo dar unos cuantos nombres) que “los
poetas no tienen coche” confesó que le gustaba ese flow
(?). Luego hice pandilla con un
joven abigotado y expansivo por el efecto del ponche. Medievalista
amateur confeso, me dijo que un dilema sin aparente solución lo
constituía la siguiente pregunta: ¿dónde se encontraba con
exactitud el foro de la ciudad? A partir de ahí dimos (yo también
estaba emponchado) en reflexionar sobre cuán viejas eran esas calles
que flanqueaban el edificio y cómo la ciudad medieval tenía un
mecanismo invisible que la hacía funcionar con una inteligencia
pasmosa. Ya ven, my friends, el culturetismo
bien entendido puede regalar mucha felicidad.
Sigan
los avances del rapero Tote King
y háganme saber si el flow
que me vio se convierte en una letra de éxito porque espero
retirarme pronto de las plazas; persigan el nombre de Nulo
por la ciudad porque les sorprenderá; y rapten a Guillermo García
para cualquier trabajo de producción o creación audiovisual porque
este tipo sí que es un poeta, sin coche, por cierto; una joven ninfa
empotró el suyo en una avenida de la City mientras el joven
Guillermo lo imaginaba plácidamente aparcado. La ninfa debía 2
meses de seguro. A Nada Surf lo encuentran en la Fnac y en Youtube.
Feliz día.