miércoles, 21 de septiembre de 2011

Directores generales visitando a los curritos

La Directora General de nuestra empresa nos ha honrado hoy con su presencia inaugurando un nuevo edificio que coloca a la factoría en las más altas cimas de la excelencia productiva. Los directivos locales han sabido disponer al milímetro detalles de distinción que cualquier mente preclara habría sabido apreciar: de la noche a la mañana han surgido agradables macetones de naturaleza interior comprados en los viveros de la hipermodernidad (Ikea?), se ha dispuesto un historiado atril a los pies de las tres banderas que, como trabajadores obedientes y abnegados, nos han de hacer vibrar de orgullo fabril, y se ha colocado una lucida placa que esculpe en el mármol blanco de la inmortalidad tan mágico momento (metraquilato obsceno, con letras de verde corporativo, atornillado a la pared).

Debido al escaso espacio del que se dispone en el lugar de tan magnas honras, los directivos locales han considerado peligroso que el grueso de los operarios y de los jefes de sección anduviéramos sufriendo tales estrecheces y han visto oportuno que, en lugar de presenciar el vuelo grácil al caer de la seda que ocultaba la placa, nos quedáramos atendiendo el trabajo de los obreros en nuestros respectivos talleres, imaginando de lejos discursos complacientes y bienintencionados de unos y de otros. Desde mi taller se oyó, apagado pero vigorosamente ejecutado, el himno de nuestra corporación (grabación oficiosa llevada a cabo por una banda de música sintetizada y algo pasada de revoluciones). Los operarios a mi cargo tuvieron un conato de rebelión, excitados al oír una música tan identificable para sus corazones. Hube de convencerles de que en el submundo de los asalariados también tendría lugar una celebración a la altura de su clase.

Se acallaron los clarines y comenzó el 2º movimiento: nuestra Directora General quiso dejar constancia de su estadía en el nuevo edificio tomando contacto con la clase trabajadora. Abrieron la puerta de un taller donde 30 individuos se entregaban con denuedo a fabricar algunos escritos. La comitiva al completo se introdujo en la estancia. Sonrisas untuosas y flaunerismo buenrollista entre las mesas de labor. La Directora General se mostró muy interesada particularmente por algo externo a la actividad habitual de nuestros curritos que, sin embargo, daba la medida de su humanidad: “Niñas, qué uñas más bonitas tenéis”. Dos de nuestras más díscolas empleadas sonrieron. El calor era sofocante en el interior del taller. Aprovechando la presencia de una figura tan relevante en nuestra empresa, algunos muchachos de al fondo, cuellicortos y sofocados por la temperatura de corral de pollos que se sentía, gritaron airados: “Quilla, ¿el aire acondicionao pa´cuando?”. Qué mujer, qué cintura dialéctica, qué intrepidez política. Sólo tuvo que sonreír y responderle que no se preocuparan, que se tiraba un muro y ya estaban en la piscina municipal. No le faltaba razón a la señora, pues el polideportivo del lugar colinda con el nuevo y caluroso edificio. Las cámaras de la televisión del Grupo empresarial recogieron todo menos estos momentos tan deliciosos. Qué pena. “Adiós, adiós. Ahora no tenéis escusa para no trabajar con este edificio, ¿eh?”. Qué bello todo, Dios mío. En fin, besos, fotos, apretones de manos, más fotos y despedida. Eché de menos que alguno de los nuestros no hubiera visto Amarcord, documento cinematográfico nutridísimo de gestos contra el poder establecido, amuletos contra la autocomplacencia desnutrida de nuestros padres de la patria. En fin, me siento en la silla desfondada de mi estudio a soñar con mundos imposibles y a escuchar Le nozze di Figaro. Sólo en el arte se esconde la verdad. Ciao.

3 comentarios:

  1. Qué pena no haber podido asistir a tan magno evento. Alguno de los empleados pueden tomarle la palabra a la directora genral y realizar un derribo controlado del muro, que hace unos meses ya ensayaron con una puerta de uno de los talleres.

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  2. Etiquetas: autobombo, propaganda, subiditoalaparra, yomeloguiso, québlancotodo, imagen, fachada, superficie, todovale, quémásquieresbaldomero, competencias, incompetencias, todoparaelpueblo, aprenderaaprender, tócateloshuevos.
    Y así siempre.
    Por cierto, con lo bien que escribes, podrías escribir una letrita para los gatos. Te envidio.

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  3. Dicho y hecho, mister AB. Se agradece la guía etiquetera.

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