viernes, 8 de abril de 2022

Canis renacentistas

 


Explicar el Renacimiento y los conceptos de Cortesano y de Amor cortés es un reto para que realmente impregne algo en un adolescente y conforme parte de su imaginario para el futuro. “Pon un vídeo de la época”, me dicen. Les hago saber que los cuentos leídos, igual que obligan a un niño a crear imágenes, así funcionan las explicaciones en la pizarra (de tiza). Protestan. Les compenso con la audición de música renacentista para laúd, que acogen con sorpresa, pero también de buen grado (no faltaron los iniciales “¡pa’ dormir!”). Les hablo de la cultura palaciega y la cultura popular, de la calle. No les cuesta entender que lo que escuchan en ese mismo instante en música culta y que Yung Beef pertenece a la música popular. Esto daría para otra clase, claro. Leemos un fragmento de El cortesano de Baltasar de Castigione donde  se desgranan cuáles han de ser los atributos del ideal del hombre en el Renacimiento:

"Y así nuestro cortesano, además de linaje, debe tener buen ingenio y sea gentil hombre de rostro y buena disposición de cuerpo, y alcance una cierta gracia en su gesto que le haga parecer bien a primera vista y ser de todos bien amado.

Pienso que el principal y más propio oficio del cortesano sea el de las armas, las cuales sobre todo se traten con viveza y gallardía; que sea fiel y esforzad y que lo sea siembre
Puédense también hallar muchos otros ejercicios, los cuales traen siempre consigo una animosa lozanía de hombre. Entre estos son los principales la caza y la montería; no daña saber nadar. Hace asimismo al caso tener la habilidad en saltar y correr.

Nuestro cortesano tendrá gracia, especialmente en el hablar, deberá huir de la afectación, porque la facilidad y la llaneza siempre andan con la elegancia. Todo esto se haga tan sin trabajo que el que escuchare piense que esto no es nada de hacer y que está en la mano hacerlo él también.
Hará el caso que sea músico y ha de ser diestro en tañer diversos instrumentos. Porque ningún descanso ni remedio hay mayor ni más honesto para las fatigas del cuerpo y pasiones del alma que la música".

Intentamos mitigar los “ruidos” provocados por una lengua lejana de nuestra época con algunos apuntes de vocabulario. Algunos sonríen; a otros les parece un galimatías infumable. Para darle un poco de aire a la escena, recito el famoso madrigal de Gutierre de Cetina para abordar el concepto de la Donna angelicata y el Amor platónico:

Ojos claros, serenos,

si de un dulce mirar sois alabados,

¿por qué, si me miráis, miráis airados?

Si cuanto más piadosos,

más bellos parecéis a aquel que os mira,

no me miréis con ira,

porque no parezcáis menos hermosos.

¡Ay tormentos rabiosos!

Ojos claros, serenos,

ya que así me miráis, miradme al menos.

Traducción verso a verso del profesor. Sufrimiento contenido de los oyentes. Hay que cambiar el gesto con urgencia. Coloco en la pizarra una tabla con cuatro columnas emparejadas. En las dos primeras se enfrentan el cortesano y el cani (para los amigos de tierras lejanas, no sé qué término utilizar para que lo entendáis); en las siguientes, la dama y la choni. Les propongo que ofrezcan una visión especular (así no, claro) de ambas parejas; es decir, que aborden el asunto de los “parecidos” entre unos y otros abordando el trabajo, el habla, el movimiento, la vestimenta y la música por la parte masculina; y los apariencia, cualidades y relaciones sentimentales por la femenina.

Aunque parezca un milagro, se tiraron rápidamente a los cuadernos a escribir. El resultado, la semana que viene.

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