viernes, 29 de abril de 2011

Ciudades prefabricadas (II)

Vuelvo de memoria a la Cidade da Cultura para cerrar esta serie que abrí hace unos días. Fraga Iribarne, dice que gran amante da súa terriña, se levantó un día con el afán infantil de dibujar sobre un monte el perímetro exacto de la capital de Galicia y llenarlo de contenidos culturales para que el personal se recorriera unos cuantos kilómetros y ver así ballenas varadas en lo alto de un monte. Poner una guinda sin fecha de caducidad a su dilatada y zigzagueante carrera política no era sólo una manera de conseguir la inmortalidad pétrea que dan las arquitecturas fastuosas, sino, visto lo visto, una forma diferente de arquitectura funeraria: un cementerio para la cultura.

Quien se pasee por la parcialmente inaugurada Cidade da Cultura encontrará torsión vacua, frialdad estetizante, salas vacías de contenidos y sentido, completadas por bibliotecas de lance compradas a algunas personalidades por un precio desorbitado. En cada uno de estos volúmenes pagados a precio de oro figurará la palabra donación. Estos mendaces donativos sirven para dos envidiables actividades que a los que vivimos en pisos de 70 m2 nos darían la vida: salir de libros sobrantes y ganar unas pelas con lo que ya no nos pone. Así están haciendo caja unos cuantos intelectuales gallegos y alguna que otra pizpireta y nobelera viuda. La Cidade da Cultura podría estar en cualquier sitio. No tiene, a pesar del video de Peter Eisenman en una de las salas explicando el despilfarro de cuerpo entero y con una estela de subtítulos en pantallas bursátiles, ninguna filiación con la tierra que ocupa.

Por el gran descampado cojea una procesión de ancianos capitaneados por una guía entusiasta que no se cansa de advertirles que “no se confíen y miren los escaloncitos, que son muy traicioneros”. Al fondo veloces hormigoneras rompen el silencio con la premura de acabar lo inacabable. Si tienen algún interés por ver metáforas de la desolación en el mundo sublunar, suban el Monte Gaiás antes de que las mascotas de goma nos hagan la vida más edulcoradamente aguantable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario