viernes, 8 de julio de 2011

Chari, infatigable viajera


Chari es una señora de cuarenta y tantos que comparte conmigo la peluquera. No la había visto en mi vida hasta que decidí el otro día afeitarme el cráneo para aguantar mejor el verano. Chari tiene una lengua incansable. En apenas 10 minutos del fin de fiesta que tuve que aguantarla mientras que nuestra artista del cabello terminaba con ella, dio información como para un par de fritangas. “Este verano estoy más gorda. Una lástima. En invierno estaba superdelgada de la muerte. He pedido el alta para no reincorporarme al trabajo e irme de vacaciones. Estoy muy harta ya de tanta casa. El año pasado fuimos a Holanda y a Mónaco. Este año a ver si podemos hacer un crucerito”.

La buena de la peluquera sonríe. Los pelos cortados los sacude con un cepillo sobre la inmensidad de Chari, escondida tras un paño protector. Chari de pie es un espécimen sacado de un juego ambientado en la Edad Antigua: tiene pantorrillas de gladiador de 2ª fila y unos brazos curvados que se apoyan en las desproporcionadas líneas de su busto. Remata el tipo un caballo color carne que galopa tatuado sobre su hombro derecho. Antes de salir por la puerta, admirada por la visión del ¡Hola! en cuya portada posan Alberto de Mónaco y Charlene Wittstoc en el día de su boda, la gladiadora dice: “¡Es cagaíta a la Victoria Beckham, la tía guarra!”. Me apena bastante que no esclarezca antes de salir por la puerta a quién se refiere con lo de “tía guarra”, si a Charlene o a Vicky. Qué le vamos a hacer.

Ana, mi gentil peluquera, me esquila con la preocupación de que mi familia reniegue de mí. Yo, atónito ante el espectáculo de ver mi cuero cabelludo sin interferencias, no puedo dejar de pensar en Chari. ¿Por qué la masa democrática se tatúa, recorre en viajes organizados los espacios de rancias monarquías (muy maquilladas) que promocionan subliminalmente las revistas del coure, se empeñan en pensar que las bajas son unas vacaciones pagadas hasta que lleguen las de verdad, se pavonean de hacer cosas como ir de crucero y tienen hábitos alimenticios y sociales de orangután castrado? No tengo respuestas para tantas preguntas. Lo que sí que sé es que el charismo se extiende actualmente por toda la geografía nacional, imparable como la espuma de una cerveza servida en vaso de plástico. Me acojo a la protección de las paredes de mi hogar, donde he empezado una cruzada contra los libros que he acumulado durante los últimos 15 años y que ya buscan otros ojos. Pienso que quizás sería mejor donarlos todos, tatuarse y marchar corriendo a la agencia a pedir un crucero o un mes en Marina d´Or (si es que existiera). No hay nada como meter los dedos en la tibia masa de churros.

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