A Curtiduría es un restaurante de Compostela. Con una carta no muy extensa, pero bien escogida, su propietario, Borja, ha conseguido crear en su interior un ambiente de elegancia y belleza para todos los públicos. Su cocina solo recibe producto fresco y local, el cual llega todas las mañanas hasta su puerta traído por los repartidores de la zona. Una mañana se sorprendió al ver a uno de estos jóvenes con una pulsera que él creyó de la bandera extremeña. “¿Eres de Extremadura?”, preguntó el patrón al muchacho. “No, qué dices, hombre. Soy de VOX. Hay que cambiarlo todo”. Borja le preguntó con educado interés qué era “ese todo”. El repartidor no logró poner en pie qué era ni dar, al menos, una definición aproximada de “ese todo”. Farfulló unas pocas palabras (dicho sea de paso, en perfecto gallego) y se fue más ofuscado de lo que venía.
En Galicia los vox-eadores han tenido poco predicamento hasta ahora. “Lo que importa”, como reza el lema del partido, no iba más allá de la tierra de uno y poco más. Parece que ahora van entrando poco a poco en el proletariado urbano y en la cabeza de algún forajido más. Cazadores, halterofílicos, toreros, empresarios de colmillo retorcido, nostálgicos del pasado (¿heroico?) de España, viejos descreídos de la ideología que alumbró sus años de madurez sindical, y, ahora, repartidores gallegos… todos ellos se levantarán mañana para ir a votar “lo que importa”, aunque algunos no sepan muy bien de qué se trata.
Tengo una buena amiga que lleva semanas haciendo campaña por SUMAR en este infierno azul. Una mañana, en el bar de un polígono industrial de Coria del Río, pude ver (que no escuchar) la entrevista de Ana Rosa Quintana a Yolanda Díaz. Cine mudo protagonizado por máscaras griegas. Yolanda Díaz fue a la caza del voto de señoras que ven la matinée televisiva disfrazada de lo que mi madre consideraría una buena muchacha. Maquillaje extremo, indumentaria complaciente y una estudiada gestualidad que no daba para conquistar a los curritos que junto a mí devoraban tostadas con zurrapa como si se hubieran levantado a las cinco de la mañana, como supongo que así sería. No gusto tampoco de Yolanda Díaz, pues llega con el silente barrido de gente capaz que ha dado un paso atrás para que la marca SUMAR no se licue entre muchas caras que puedan despistar. El feminismo y el LGTBIsmo no es una forma de Humanismo, y me he cansado de que el arma arrojadiza contra la derecha haya sido demasiadas veces prédicas sobre el tema.
No gusto de Sánchez ni tampoco de Feijóo. Este último, cuando le vienen con la foto en el yate de Marcial Dorado, un narcotraficante gallego con el que tuvo íntima relación, sigue diciendo que él no sabía que lo fuera. Mal presidente sería este si nos fiáramos de sus conocimientos y de sus informadores. La premisa es clara, aunque en política no siempre se respete: “No nos montamos en barcos tripulados por desconocidos”. Feijóo no hizo nada en Galicia. Dormir y que no pasara nada. La política gallega solo dio a un individuo de fuste (no, no es ese), aunque su ideología, sus maneras y su pasado sean denostables (no, ese tampoco). Manuel Fraga Iribarne le dijo a Mariano Rajoy: “Cásase y estudie inglés”, espantando así los rumores sobre su homosexualidad y su provincianismo nacional . No sé qué le diría hoy Don Manuel a "Frijolito", pero no creo que se diferenciara mucho de aquello que le susurró al oído a Mariano.
Mañana iré a votar, cómo no. Votaré por lo menos malo, que es como votar en el vacío. Espero que mi querida amiga también tenga sus dudas internas. Votar a tumba abierta y con el corazón siempre ha sido peligroso en democracia. Buena jornada mañana.
En Galicia los vox-eadores han tenido poco predicamento hasta ahora. “Lo que importa”, como reza el lema del partido, no iba más allá de la tierra de uno y poco más. Parece que ahora van entrando poco a poco en el proletariado urbano y en la cabeza de algún forajido más. Cazadores, halterofílicos, toreros, empresarios de colmillo retorcido, nostálgicos del pasado (¿heroico?) de España, viejos descreídos de la ideología que alumbró sus años de madurez sindical, y, ahora, repartidores gallegos… todos ellos se levantarán mañana para ir a votar “lo que importa”, aunque algunos no sepan muy bien de qué se trata.
Tengo una buena amiga que lleva semanas haciendo campaña por SUMAR en este infierno azul. Una mañana, en el bar de un polígono industrial de Coria del Río, pude ver (que no escuchar) la entrevista de Ana Rosa Quintana a Yolanda Díaz. Cine mudo protagonizado por máscaras griegas. Yolanda Díaz fue a la caza del voto de señoras que ven la matinée televisiva disfrazada de lo que mi madre consideraría una buena muchacha. Maquillaje extremo, indumentaria complaciente y una estudiada gestualidad que no daba para conquistar a los curritos que junto a mí devoraban tostadas con zurrapa como si se hubieran levantado a las cinco de la mañana, como supongo que así sería. No gusto tampoco de Yolanda Díaz, pues llega con el silente barrido de gente capaz que ha dado un paso atrás para que la marca SUMAR no se licue entre muchas caras que puedan despistar. El feminismo y el LGTBIsmo no es una forma de Humanismo, y me he cansado de que el arma arrojadiza contra la derecha haya sido demasiadas veces prédicas sobre el tema.
No gusto de Sánchez ni tampoco de Feijóo. Este último, cuando le vienen con la foto en el yate de Marcial Dorado, un narcotraficante gallego con el que tuvo íntima relación, sigue diciendo que él no sabía que lo fuera. Mal presidente sería este si nos fiáramos de sus conocimientos y de sus informadores. La premisa es clara, aunque en política no siempre se respete: “No nos montamos en barcos tripulados por desconocidos”. Feijóo no hizo nada en Galicia. Dormir y que no pasara nada. La política gallega solo dio a un individuo de fuste (no, no es ese), aunque su ideología, sus maneras y su pasado sean denostables (no, ese tampoco). Manuel Fraga Iribarne le dijo a Mariano Rajoy: “Cásase y estudie inglés”, espantando así los rumores sobre su homosexualidad y su provincianismo nacional . No sé qué le diría hoy Don Manuel a "Frijolito", pero no creo que se diferenciara mucho de aquello que le susurró al oído a Mariano.
Mañana iré a votar, cómo no. Votaré por lo menos malo, que es como votar en el vacío. Espero que mi querida amiga también tenga sus dudas internas. Votar a tumba abierta y con el corazón siempre ha sido peligroso en democracia. Buena jornada mañana.
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